5- Metodología en EI.
Conjunto de decisiones que informan y definen la práctica educativa. El equipo docente deberá decidir de qué manera se abordan las distintas variables que intervienen en el hecho de enseñar y aprender y optar por aquellas prácticas didácticas que mejor respondan a las características individuales y del grupo.
En el primer ciclo de educación infantil, podemos encontrar características psicoevolutivas importantes que completan tres desarrollos diferentes: el desarrollo motor, mental y cognitivo y el afectivo-social. En el segundo ciclo, estas características variaran, puesto que el niño habrá tenido un desarrollo positivo y estarán más trabajadas.
Existen varias estrategias de metodología como los talleres, los rincones, los centros de interés y el método por proyectos.
Una de las estrategias más utilizadas para la metodología globalizada son los rincones en el aula infantil, como una división del aula. Lo fundamental para esta estrategia es el juego, los tipos de rincones, materiales que habrá en cada rincón, lo que se quiere estimular o potenciar en cada rincón.
Otra estrategia es la de los talleres, donde se elaboran actividades concretas.
En esta característica es de gran relevancia las fases del desarrollo: primera fase (detención de ideas previas-percepción), segunda fase (investigación- experimentación) , tercera fase( expresión-acción).
Los centros de interés, se basan en centrar los temas de estudio en ideas ejes, con los propios intereses de los niños y niñas, satisfaciendo así las necesidades básicas de cada uno.
El método por proyectos, es otra forma de presentar a los niños los contenidos de manera globalizada, pero configurándose como uno de los métodos más completos, ya que se hace a través de planes de trabajo con el fin de resolver un problema de la vida real en el que están interesados.
Las actividades que se realizaran en cada estrategia metodológica serán diferentes, y tendrán que tener en cuenta el área y en el bloque que se quiera realizar o desarrollar.
1.– La atención a la diversidad.
Ofrecer una respuesta adecuada a las diferentes motivaciones, necesidades, intereses y estilo cognitivo de cada niño y niña. Cada individuo posee unas capacidades, ritmo de desarrollo y dinámica. Dependiendo lo que va viviendo, de su origen social, económico y cultural, y, de forma relevante, de la ayuda que en este proceso se le proporciona.
2.– El aprendizaje significativo.
Promover experiencias y actividades que tengan sentido vital y afectivo para cada uno de ellos y ellas. partiendo de lo que el alumnado conoce, siente y piensa con respecto a cualquier aspecto de la realidad, el equipo educativo ha de proponer situaciones de aprendizaje con una finalidad y utilidad clara que conecten con sus intereses y necesidades.
3.– El ambiente escolar, un espacio de bienestar, afectivo y estimulante.
La necesidad de afecto es una necesidad básica. Los niños y niñas precisan una relación estable y continua con aquellas personas que cubren sus necesidades de cuidados, protección, exploración y juego. Producen sentimientos de bienestar, confianza y seguridad y generan el establecimiento de las figuras de apego que se asocian a un conjunto de expectativas de disponibilidad e incondicionalidad.
4.– La organización de los espacios, del tiempo y de los recursos materiales.
Distintos ritmos, intereses y necesidades asociadas a su corta edad y son importantes a la hora de la organización espacio-temporal. puedan elegir qué hacer, cómo hacerlo y con quién, contribuyendo, de esta manera, al desarrollo de la iniciativa y la autonomía.
5.– El centro de Educación Infantil, espacio para la convivencia.
Fuente de experiencias para su desarrollo: el encuentro con otros niños y niñas. Las interacciones, la colaboración, los pequeños conflictos y reajustes que se generan en la escuela, facilitan su desarrollo intelectual, afectivo y social. Promoverse actividades que requieran distintos tipos de agrupamientos: gran grupo, pequeño grupo, pareja...
6.– La Educación Infantil, una tarea compartida.
Coordinación con el resto del equipo directivo, comunicación con las familias de forma permanente, para conocer también más al niño/a y responsabilidad compartida con instituciones, asociaciones u otros colectivos sociales.
7.– La evaluación como observación de procesos.
Consiste en la valoración de los procesos de enseñanza-aprendizaje y de las condiciones educativas en general, tomando como referente la situación de cada niño y niña, las características de la realidad en la que se desarrolla la tarea educativa y las finalidades y objetivos del sistema educativo y del centro. Todo ello para conseguir que todas las niñas y niños escolarizados desarrollen al máximo sus potencialidades de modo integral y equilibrado.
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